
–Hola, ¿usted pidió hablar con un supervisor de frávega? Hemos intentado contactarlo pero no hemos podido. A la brevedad lo va a estar contactando un supervisor. ¿Se comunican conmigo para decirme que no se pueden comunicar? ¿Hay más todavía?
Ese miércoles me fui temprano al centro. Hice la denuncia. Me fijaron una audiencia de conciliación para el lunes 8 de enero a las 8:30 h con la mediadora Eva Azcona. Iban a citar también a díaz y padín y a moresic, además de frávega. También dejé la misma nota en la central de frávega, sobre la calle Valentín Gomez. Esa misma tarde ni bien llegué al laboratorio me suena el celular. Esta buena gente de frávega me dice que va a interceder por mi para determinar qué empresa se va a hacer cargo del asunto (d&p o moresic). El lunes 18 al mediodía me llaman de nuevo. Me dicen que díaz y padín se va a hacer cargo de todo. Si el equipo está roto ellos lo van a verificar. Le pregunto porqué me habían derivado dos veces ya con moresic. Me cambia de tema y
me dice que llame a d&p de una puta vez y que me deje de joder, todo esto con la mejor onda y en otras palabras, pero yo sé leer entre lineas. díaz y padín me dice: ya se va a comunicar el técnico con usted, quédese tranquilo (¿les suena conocido?).
Por ese entonces ya había empezado a comentar el tema con alguna gente del trabajo. Realmente me daba vergüenza contarlo, no era creíble, era inverosímil. Pero, como sucede en estos casos siempre hay un roto para un descocido y surgen ejemplos aún peores. Me calmé, esperé. Ya estaba jugado.
–Hiciste bien en hacer la denuncia, ahora lo que tenés que hacer es darlo a publicidad. Mandá una carta de lectores a algún diario, o a la radio,…a ellos lo que más le molesta es eso. Mabel tenía razón, pero no me pareció que fueran a publicar algo así. Voy a ser sincero: no me moviliza tanto el alertar a potenciales nuevos clientes como el hecho de perjudicar a frávega. ¡Celebraré la quiebra de frávega con un Dom Perignon! Esto saca definitivamente lo peor de mí…
En el trabajo, los que sabían del tema me preguntaban, cuando me cruzaban por los pasillos: ¿ya te solucionaron lo del aire? poniendo cara de circunstancia. Mi viejo, cada vez que me llamaba por teléfono, se reía: “¡Qué querés con estos porteños! ¡Son todos chantas! Un fin de semana de estos voy yo y te lo arreglo”. Al menos Erica me decía que estaba contenta por cómo me había hecho cargo del tema.
El martes 19 de diciembre después del mediodía me fui a comprar una gaseosa al kiosco del Tandar.
Suena el celular. Era una mina de frávega que, me decía, estaba terminando de leer mi nota. No tenía ni idea de que me habían llamado de frávega avisando que díaz y padín se iba a hacer cargo, etc., etc… ella era de “legales”. Iba a chequear mi historial, llamaría a díaz y padín y se iba a volver a comunicar. A las 14:10 h. ya estoy de vuelta en el laboratorio. Se comunica conmigo un tipo que dice ser gerente de no sé qué de frávega. Tiempo después supe el nombre: Diego Fernández Me pide disculpas. –Justo fuiste a dar con toda la burocracia de frávega, d&p y moresic…te vamos a cambiar el equipo y te lo va a instalar sin cargo moresic, te van a llamar para
arreglar una cita.
Sucedió que jamás se comunicaron. Así que el lunes 8 de enero a las ocho y cuarto estábamos, Erica y yo, en las oficinas de defensa al consumidor de la calle Esmeralda. Nos hicieron subir al primer piso. Allí una mujer con pinta de secretaria nos preguntó la hora de la audiencia y si sabíamos el nombre de la audiencista. Se había caído el sistema. No así el sistema de televisión por cable. Estaba mirando la familia ingals por retro. Empezó a subir más gente: un gordo con unos papeles bajo el brazo, una señora, un pibe trayendo café y otro de traje. A las nueve, cuando llegó la audiencista, se dirigió al susodicho de traje. –¿Vos sos de frávega o de garbarino? ¿Ustedes son los de las tapitas que te cambian por el dvd? Yo también había juntado las tapitas de la promo de h2oh!, pero se agotó el stock... mala suerte.
–¿Martín Rodríguez, está? –Sí, soy yo. –
Faltan dos de las partes, bueno...pasen. Nos hizo pasar a una pequeña sala. Nos explicó que moresic había sido notificado de la audiencia, no así díaz y padín dado que la dirección que tenían no coincidía con la de la empresa. Salió un momento. Ahí el abogado aprovechó para hablarnos. –¿Así que tuvieron problemas con díaz y padín? Yo también. A mi me hicieron un desastre. Y te digo que desde adentro de la empresa me costó para que lo arreglaran. ¿Quién te lo instaló? Ah, ¿uno de bigotitos? Sí, el mismo que a mí. Me dijeron que lo echaron. –A mi también me dijeron lo mismo.
Le conté a la jueza someramente lo que había pasado. –En definitiva el instalador, que frávega me obliga a aceptar, rompió el equipo y nadie se quiere hacer cargo. A mi me llamó el 19 de diciembre un gerente de frávega y me dijo que me lo iban a cambiar, pero nunca más se comunicaron. Ahí saltó enseguida el abogado –¿Quién fue el que te llamó? –La verdad es que no anoté el nombre, un gerente de ventas creo... La mediadora lo miró al doctor Perez Moralez y dijo sonriendo: “se lo van a tener que cambiar entonces”. –La verdad es que yo no tengo instrucciones, por eso me hubiera gustado que vinieran moresic y díaz y padín para ver lo que pasó. –Bueno entonces lo que vamos a hacer es un cuarto intermedio y mientras tanto fijate si se lo pueden solucionar a los chicos, que hace calor... Me miró y agregó. –Tomalo como una prórroga. A lo mejor ni siquiera tenés que venir porque ya te lo solucionaron. La fecha sería el viernes 19 de enero a las 12:30 h. El abogado me dio su tarjeta: Dr. Gonzalo Martin Perez Moralez – Apoderado. Se levantó y nos dejó salir primeros. Se quedó apenas un instante con la audiencista y salió atrás nuestro.
Ese mismo lunes por la tarde me llaman de d&p para concertar una visita. Acordamos para las 17:30 h del mismo día. Iría un tal José Luis. Al rato me llama el abogado diciendo que se decidió el reemplazo del equipo. Me van a contactar... Me pidió que levante la denuncia. Le dije que en cuanto estuviera el equipo listo y funcionando, la levantaba. Me llaman de d&p para cancelar la visita. –Se le va a cambiar el equipo, señor. En cuanto tenga el nuevo, nos llama para que se lo instalemos. Sí, me río de janeiro. Ustedes no lo van a tocar, inútiles!
El miércoles 10 de enero por la tarde no tenía noticias del equipo. Lo llamé al abogado. Me atendió otro tipo que tomó el mensaje y me pidió que llamara al día siguiente. El jueves 11 de enero a las nueve y cuarto lo llamé de nuevo. Me dijo que la autorización para el cambio del equipo estaba desde el día 19 de diciembre!!! El mismo día en que me llamaron la mina de “legales” y el gerente de no sé qué. La autorizó Fernando Venini, gerente de reclamos. Había habido un problema de coordinación entre las partes (¿qué partes?). Me indicó que llame a moresic, el nuevo
instalador, para presionar...(¿?). Tiempo después caí en la cuenta de que cuando el abogado se presentó a la audiencia ni siquiera se tomó la delicadeza de averiguar sobre el caso. Sino hubiera sabido que la orden del reemplazo estaba dada. Llamo a moresic.
–Desde el 19 de diciembre nos hemos intentado comunicar con la sucursal de frávega de alto palermo, hemos mandado por lo menos cinco mails sin obtener repuesta,...vamos a mandar un mail más en este momento y a la tarde te avisamos por sí o por no.
Llamo al abogado.
–Mirá, yo estuve averiguando y es un poquito más complejo el caso. Diego Fernández, la persona que te llamó para avisarte del reemplazo, ¿te acordas? me dijo que hay un problema de stock con el equipo sigma de 3000 frigorías. Lo que yo te puedo ofrecer es tomarme lo que pagaste como nota de crédito y reemplazarlo por uno más caro. Más barato no hay. Igual la ley de defensa al consumidor lo que dice es que tenemos que reemplazar por el mismo y siempre y cuando haya en stock. Yo no tengo instrucciones de cambiar el equipo por uno más caro...
–Yo quiero un equipo de 3000 frigorías igual o mejor y no voy a poner un solo peso más. ¡Hace casi tres meses que lo compre! Y si compré ese equipo es porque era barato. No quiero otro. Igual lo voy a consultar con mi mujer, pero desde ya te digo que no.
–Entonces te lo van a cambiar cuando haya en stock...
La llamé a Erica. Para mi sorpresa estaba de acuerdo con pagar más y terminar con esto de una vez por todas. Yo seguía beligerante. Estaba dispuesto a aguantarme el calor. ¡Quería justicia! O como se llame. Que ganen los buenos de una puta vez.
Me metí en la página web de frávega. Busqué acondicionadores de aire de 3000 frigorías.
Aparecían el electrolux y el white westinghouse a $1249. ¡Pero si yo lo había pagado $1182! Son $67 de diferencia, los pagamos y listo. Seguro que cuando se enteren de lo que es la diferencia, no nos van a cobrar nada... Lo llamé al abogado y le dije que quería un white westinghouse. Me dijo que se iba a comunicar con Diego Fernández. Al rato me llama un tal Cristian de la sucursal alto palermo de frávega. Me dice que pase a la tarde munido de la factura, para que me cambien el sigma por un white westinghouse, abonando la diferencia por mi cuenta. Lo instala moresic el lunes 15 de enero.
La primera palabra que se me ocurrió fue MISERABLES. Más tarde surgió RIDÍCULOS. El tipo que dictaba la política de atención al cliente de frávega, si es que existe tal política y por ende tal tipo, era un boludo con techo a dos aguas. Con techo a dos aguas y un par de goteras. Si por $67, luego de más de dos meses de espera, dilataron un mes más la cosa, es porque no tienen idea del concepto de satisfacción al cliente. ¡Estamos hablando de $67 en un producto que cuesta $1200! El producto es un problema que ellos se sacan de encima al vendértelo y cuando cruza la puerta del local... ¡que dios te ayude!
Llegué a casa, dejé el bolso, comí algo. Estaba Erica trabajando con Juan desde temprano en el paper. Los saludé y salí. “Voy a ver si le gano al capitalismo” les dije. –Al capitalismo nunca le vas a poder ganar, lo mejor es unirte. Me tomé el ciento once hacia Palermo. Estaba bastante
hacinado. Quedé en medio de una conversación que versaba sobre las bondades de la baba de caracol. A mi se me ocurrió que si la baba del ser humano fuese tan buena como la de este animalito sería negocio poner un geriátrico, empastillar a los viejos y juntar la baba que se les cae.
Tan sólo una digresión. En realidad pensaba qué decirle a los de frávega, o mejor dicho, cómo decírselo. “...a mi me parece que un gerente que se precie de tal, teniendo en cuenta las circunstancias, los tres meses de espera, todas las vueltas que dieron, sino puede autorizar un gasto de $67, al menos tiene la dignidad de poner la plata de su bolsillo.” “...si Martín Rodríguez, becario del sistema científico tecnológico argentino, que cobra un sueldo del estado, puede pagar $67, entonces la exitosa empresa del rubro de los electrodomésticos frávega s.a.c.i. e i. bien puede
disponer de dicha suma.” Ésas y otras elucubraciones iba maquinando yo cuando me bajé en Coronel Díaz. Había pensado el tono de voz y la postura para decirle, en la cara y a quien corresponda, lo anteriormente aquí expresado. Subí hasta el último piso del shopping. Las veces anteriores que fui a reclamar personalmente me había preocupado de ir bien vestido, evitar las zapatillas y los jeans gastados. Esta vez me importaba poco, nadie se mira al espejo antes de hacer la revolución. ¡Todo el poder a los soviets!
Cuando llegué al mostrador me presenté y le pregunté a una de las pibas de la caja por Cristian. La mina entró en un pequeño cuartucho que quedaba detrás de la caja y habló con un tipo que estaba sentado frente a la PC, en un banquito azul de plástico, de esos que se consiguen en colombraro por $12,99. ¡Era el gerente! El tipo salió y se presentó. Se llamaba Ariel. Ahí me cayó la ficha. Le llamarían gerente pero en realidad era un pobre diablo con corbata. Metido en ese sucucho de uno por uno, con un vasito de café aguachento goteando sobre el teclado ¡Este perejil no puede
autorizar ni un gasto para papel higiénico! Me dio lástima. A pesar de la cara de pocos amigos que tuvo todo el tiempo. Salió bufando, carraspeando, con un suspiro largo me dio la mano, como queriendo decir “no sabes los dolores de cabeza que me causaste”. –Estuve leyendo tu denuncia. ¿Te vas a llevar un westinghouse? ¿Vas a pagar la diferencia? Hacéle la factura, por favor. Al final tuve que pagar la irrisoria cifra de $35 de diferencia, $24 de los cuales correspondían al flete.
Voy a obviar los comentarios. –¡Pero vos lo tenés instalado al otro! –Si, obvio. –¿Y cómo te lo desinstalo yo ahora? –Y yo que sé... Se metió en el sucucho de nuevo, cazó el teléfono y al rato volvió. –Listo, te lo desinstala moresic cuando va por el otro. Chau.
Me fui sin decirle nada. ¿Qué se le puede decir a un pobre diablo?
El lunes 15 de enero me instalaron el equipo nuevo. Perdí todo el día. No me dieron un rango horario y aparecieron como a las tres de la tarde. El equipo es un poco ruidoso pero enfría.
Tecnología de punta que le dicen. Lo probé dos días y el miércoles siguiente tuve que ir a retirar la denuncia. La multa más pequeña para las empresas denunciadas es de $500. Pero como yo retiré la denuncia, no hay multa. Defensa al consumidor funciona como una instancia más para que empresas como frávega ganen tiempo y piensen en un modo de zafar. Supongo que hacer la denuncia ayudó. Pero no hay castigo de ningún tipo para los que no cumplen. Confieso que en algún momento pensé que cuando se enteraran “los de arriba” en frávega iban a tener una atención con nosotros. Un ventilador, un turbo, había pensado. ¡Qué candidez! Cuando a mi viejo o a mi abuelo le aparecía un trabajo que había fallado, dejaban todo y se ponían a solucionarlo en el acto.
Estaba la honestidad de por medio. Más aún, la honra, una palabra en desuso. Pero no se le puede pedir a las empresas que exhiban la moral de las personas, ¿o si?
MISERABLES y RIDÍCULOS. Tengan cuidado.
26/01/07 - Martín Rz’